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Llegada a Maastricht; 15 de diciembre de 2010

Nuestro avión llegaba a Maastricht a las 20:50 y el aeropuerto nos recibió con un ligero manto blanco. Habíamos alquilado una casita para los 3 (en esta ocasión nos acompañaba una amiga) en un pequeño pueblo cerca de la frontera alemana llamado Lemiers, donde estaría nuestra base y queríamos llegar cuanto antes ya que a esas horas un miércoles en Holanda en pleno invierno no iba a ser fácil encontrar algún sitio abierto para cenar. Así que mi marido se dirigió a recoger el coche de alquiler mientras nosotras esperábamos el equipaje.
Con el coche tuvimos una sorpresita, ya que habíamos alquilado un coche tipo "Focus" y nos dieron un Gran Epace (de 7 plazas) con un montón de accesorios, incluido el Tom Tom. Al tener menús configurables pusimos todo en español (pobre del holandés que viniese detrás).
Una vez instalados en nuestro coche, nos pusimos rumbo a Lemiers, con la intención de que si por el camino veíamos algún sitio abierto en el que poder cenar, pero no hubo suerte.
Cuando llegamos al pueblo con las indicaciones de la señora a la que le habíamos alquilado la casa, la encontramos con relativa facilidad y como nos había dicho, dado que llegábamos tarde, nos había dejado las llaves puestas.
Al entrar en la casa nos habían dejado un paquete de pasta y un bote de salsa de tomate, muy amablemente. Pero decidimos intentar encontrar algún sitio donde cenar y si no, siempre podíamos volver y cocinar la pasta.
Cuando salimos de nuevo en búsqueda de un restaurante, eran algo mas de las 10 de la noche, en el pueblo solo vimos una cafetería. Mientras esperamos en el semáforo paró un coche con 3 chicos que se nos quedaron mirando (seguro que pensaron que estos que hacen en la calle a estas horas), así que aprovechando la coyuntura les pregunté con mi inglés chapucero si conocían algún sitio donde cenar, a lo que respondieron con gran cara de sorpresa "¿cenar?¿ahora?", y nos indicaron que en el pueblo siguiente (Vaals) había un restaurante de chinos que igual estaba abierto.
Siguiendo las indicaciones llegamos al restaurante, que no era chino, si no que lo atendían chinos. Hacían hamburguesas y una variedad importante de cosas fritas que no soy capaz de recordar.
Después de cenar volvimos a nuestra casita y a esperar que al día siguiente la nieve nos permitiera movernos.

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